32 / TRASTORNOS INTESTINALES FUNCIONALES

SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE

(Colon espástico)

Trastorno de la motilidad que afecta a todo el tracto GI, causante de síntomas recurrentes GI altos y bajos, que consiste en grados variables de dolor abdominal, estreñimiento y/o diarrea y distensión abdominal.

Etiología

La causa del síndrome del intestino irritable (SII) es desconocida. No se puede encontrar causa anatómica alguna. Los factores emocionales, la dieta, los fármacos o las hormonas pueden desencadenar o agravar la elevada motilidad GI. Algunos Pacientes tienen trastornos de ansiedad, particularmente trastorno de pánico, y trastornos de somatización. Sin embargo, el estrés y el conflicto emocional no coinciden siempre con la aparición y la recurrencia de los síntomas. Algunos Pacientes con SII parecen tener aprendida una conducta de enfermedad desviada; es decir, tienden a expresar un conflicto emocional como un síntoma GI, habitualmente dolor abdominal. El médico que evalúa Pacientes con SII, particularmente aquellos con síntomas refractarios, debe investigar si existen problemas psicológicos, incluida la posibilidad de abuso sexual o físico (v.también Estudio del Paciente, cap. 21).

Fisiopatología

En el SII, los músculos circulares y longitudinales del intestino delgado y el colon sigmoide son particularmente susceptibles a anomalías motoras. El intestino delgado proximal parece ser hiperreactivo al alimento o a los fármacos parasimpaticomiméticos. El tránsito del intestino delgado es variable en los Pacientes con SII, y las alteraciones del tiempo de tránsito intestinal no suelen tener correlación con los síntomas. Los estudios de la presión intraluminal en el colon sigmoide muestran que puede producirse un estreñimiento funcional cuando la segmentación haustral se vuelve hiperactiva (es decir, aumento de la frecuencia y la amplitud de las contracciones); en contraste, la diarrea está asociada con una disminución de la función motora.

La producción excesiva de moco que suele presentarse en el SII no tiene relación con una lesión de la mucosa. Su causa no está clara, pero puede estar relacionada con la hiperactividad colinérgica.

Existe hipersensibilidad a cantidades normales de distensión intraluminal como también una percepción intensificada del dolor en presencia de una cantidad y una cualidad normales del gas intestinal. El dolor del SII parece estar causado por una contracción del músculo liso intestinal anormalmente intensa o por un aumento de sensibilidad del intestino a la distensión. También puede existir hipersensibilidad a las hormonas gastrina y colecistocinina. Sin embargo, las fluctuaciones hormonales no tienen correlación con los síntomas clínicos. La densidad calórica de la ingestión de alimento puede aumentar la magnitud y la frecuencia de la actividad mioeléctrica y la motilidad gástricas. La ingestión de grasa puede causar un retraso del máximo de la actividad motora, el cual puede estar exagerado en el SII. Los primeros días de la menstruación pueden producir una elevación transitoria de la prostaglandina E2, con resultado de aumento del dolor y la diarrea. Esto no lo causan los estrógenos o la progesterona, sino la liberación de prostaglandinas.

Síntomas y signos

El SII tiende a iniciarse en la segunda y tercera décadas de la vida y causa ataques de síntomas que recurren en períodos irregulares. Es raro que comience más tardíamente en la vida adulta. Los síntomas suelen producirse en el Paciente despierto y excepcionalmente despiertan al Paciente dormido. Pueden ser desencadenados por el estrés o la ingestión de alimento.

Las características del SII son: dolor que se alivia con la defecación, un patrón alternante de los hábitos intestinales, distensión abdominal, presencia de moco en las heces y sensación de evacuación incompleta tras la defecación. Cuantos más síntomas existan, tanto más probable es que el Paciente tenga un SII. Por lo general, el carácter y la localización del dolor, los factores desencadenantes y el patrón defecatorio son distintos en cada Paciente. Las variaciones y desviaciones de los síntomas habituales pueden indicar una enfermedad orgánica intercurrente y deben investigarse minuciosamente. Los Pacientes con SII pueden tener también síntomas extraintestinales (p. ej., fibromialgias, cefaleas, dispareunia, síndrome de la articulación temporomandibular).

Se han descrito dos tipos clínicos principales de SII. En el SII con predominio de estreñimiento, éste es frecuente, pero los hábitos intestinales varían. La mayoría de los Pacientes tienen dolor al menos sobre un área del colon, asociado con estreñimiento periódico que alterna con una frecuencia de deposiciones más normal. Las heces suelen contener moco transparente o blanco. El dolor es o bien de tipo cólico, que se presenta en salvas, o bien una molestia sorda continua; puede aliviarse con una deposición. Los síntomas se desencadenan frecuentemente con las comidas. También pueden producirse plenitud, flatulencia, náuseas, dispepsia y pirosis.

El SII con predominio de diarrea se caracteriza por diarrea apremiante nada más levantarse por la mañana o bien durante la comida o inmediatamente después de comer. No es frecuente la diarrea nocturna. Es habitual sentir dolor, sensación de plenitud y urgencia rectal, y puede presentarse incontinencia. La diarrea indolora no es normal, y debe inducir al médico a considerar otras posibilidades diagnósticas (p. ej., malabsorción, diarrea osmótica).

Diagnóstico

El diagnóstico de SII se basa en los patrones intestinales característicos, el momento y el carácter del dolor y en la exclusión de otros procesos patológicos por medio de la exploración física y las pruebas diagnósticas de rutina. Se han elaborado criterios estandarizados para el SII. Los criterios de Rome para el SII incluyen dolor abdominal que se alivia con la defecación y un patrón variable de alteración de la frecuencia o forma de las deposiciones, meteorismo o moco. La clave para el diagnóstico es una eficaz recogida de la historia clínica, lo cual requiere prestar atención a la explicación dirigida, pero controlada, de los síntomas presentes, a la historia de la enfermedad actual, a los antecedentes médicos, historia familiar e interrelaciones familiares y a la historia farmacológica y dietética. También es importante la interpretación que se le da al Paciente sobre sus problemas personales, así como el estado emocional global que presenta. La calidad de la interacción entre el Paciente y el médico es la clave de la eficacia diagnóstica y terapéutica.

En la exploración física, los Pacientes con el SII parecen generalmente estar en buena salud. La palPación del abdomen puede revelar dolorimiento a la presión en el cuadrante inferior izquierdo, asociado a veces con un colon sigmoide palpable y sensible a la presión. Debe realizarse un tacto rectal sistemático en todos los Pacientes y una exploración pélvica en las mujeres.

Debe llevarse a cabo el examen de las heces para sangre oculta (con preferencia en series de 3d). Rara vez está indicado realizar una exploración de rutina para buscar huevos y parásitos, ni tampoco cultivar las heces, salvo que lo aconsejen el haber realizado un viaje reciente o la presencia de síntomas (p. ej., fiebre, diarrea sanguinolenta, comienzo agudo de una diarrea grave).

Es necesaria una proctosigmoidoscopia con un instrumento de fibra óptica flexible. La introducción del sigmoidoscopio y la insuflación de aire suelen provocar espasmo intestinal y dolor. El patrón mucoso y vascular en el SII suele ser de aspecto normal. En los Pacientes con diarrea crónica, particularmente en mujeres mayores, la biopsia de la mucosa puede excluir una posible colitis microscópica, con dos variantes: colitis colagenosa, que se observa en la tinción tricrómica en forma de aumento de deposición de colágeno en la submucosa, y colitis linfocitaria, caracterizada por un aumento del número de linfocitos en la mucosa. La edad media de presentación de esos trastornos es de 60 a 65 años, con predominio femenino. Análogamente al SII, la presentación consiste en diarrea acuosa sin sangre. El diagnóstico puede hacerse mediante biopsia de la mucosa rectal.

La exploración de laboratorio debe incluir recuento de células sanguíneas, VSG, un perfil bioquímico de 6 y 12 canales (analizador secuencial múltiple 6 y 12) con amilasa sérica, análisis de orina y hormona tiroestimulante. Una ecografía abdominal, un estudio con enema de bario, la esofagogastroduodenoscopia o la colonoscopia pueden emplearse de manera selectiva en función de la historia, la exploración física, la edad del Paciente y las evaluaciones de seguimiento. Sin embargo, estos estudios deben emprenderse sólo si los estudios menos invasivos y menos costosos revelan anomalías objetivas.

El diagnóstico de SII nunca debe excluir la sospecha de enfermedad intercurrente. Los cambios en los síntomas pueden indicar otro proceso patológico. Por ejemplo, pueden tener importancia clínica un cambio en la localización, el tipo o la intensidad del dolor, un cambio de los hábitos intestinales, estreñimiento y diarrea o viceversa y nuevos síntomas o molestias (p. ej., diarrea nocturna). Otros síntomas que requieren investigación son: presencia de sangre fresca en las heces, pérdida de peso, dolor abdominal muy intenso, distensión abdominal poco corriente, esteatorrea o heces perceptiblemente malolientes, fiebre o escalofríos, vómitos persistentes, hematemesis, síntomas que despiertan al Paciente del sueño (p.ej., dolor, necesidad imperiosa de defecar) o un empeoramiento constante y progresivo de los síntomas. Los Pacientes >40 años son más propensos que los Pacientes jóvenes a padecer enfermedades intercurrentes.

Diagnóstico diferencial

Las enfermedades más frecuentes que pueden ser confundidas con el SII son la intolerancia a la lactosa, la enfermedad diverticular, la diarrea por fármacos, trastornos de vías biliares, el abuso de laxantes, enfermedades parasitarias, bacterianas, la gastritis o enteritis eosinofílica, la colitis (colágenos) microscópica y la enfermedad inflamatoria del intestino precoz. La distribución bimodal por edad de los Pacientes con la enfermedad inflamatoria del intestino obliga a realizar el diagnóstico diferencial tanto en Pacientes jóvenes como en los mayores. En los Pacientes >40 años con un cambio en los hábitos intestinales, especialmente en los que no tienen síntomas previos de SII, hay que excluir los pólipos y tumores del colon mediante la colonoscopia. En Pacientes >60 años debe considerarse la colitis isquémica.

La exploración de la pelvis en las mujeres ayuda a descartar tumores y quistes ováricos o la endometriosis, que puede imitar el SII. En Pacientes con diarrea deben considerarse otras posibilidades, como el hipertiroidismo, el síndrome carcinoide, el cáncer medular de tiroides, el vipoma y el síndrome de Zollinger-Ellison. Los Pacientes con estreñimiento y sin ninguna lesión anatómica deben valorarse en busca de hipotiroidismo o hiperparatiroidismo. Si los antecedentes del Paciente y los datos de laboratorio sugieren malabsorción, las pruebasde absorción deben descartar esprue tropical, enfermedad celíaca y enfermedad de Whipple. Por último, los trastornos de la eliminación (como disinergia del suelo pélvico) deben considerarse como causa de estreñimiento en los Pacientes que refieren un esfuerzo excesivo al defecar.

Tratamiento

El tratamiento es de mantenimiento y paliativo. La comprensión, el interés y el consejo del médico son de importancia primordial. Es preciso que el médico explique la naturaleza del trastorno subyacente y demuestre al Paciente de forma convincente que no existe una enfermedad orgánica. Esto requiere tiempo para escuchar y explicar al Paciente la fisiología intestinal normal y la hipersensibilidad del intestino al estrés, los alimentos o los fármacos. Estas explicaciones constituyen el fundamento para intentar un restablecimiento de la rutina intestinal regular e individualizar el tratamiento. Se debe subrayar la frecuencia, la cronicidad y la necesidad de cuidados continuos en el SII. Se debe buscar, evaluar y tratar el estrés psicológico y la ansiedad o los trastornos del ánimo (v. caps. 187 y 189). La actividad física regular ayuda a aliviar el estrés y facilita la función intestinal, particularmente en Pacientes que presentan estreñimiento.

En general se debe seguir una dieta normal. Los Pacientes con distensión abdominal y aumento de flatulencia pueden beneficiarse de una reducción dietética o de la supresión de habas, coles y otros alimentos que contienen hidratos decarbono fermentables. Una ingesta reducida de zumo de manzana o uva, plátanos, nueces y pasas también puede disminuir la incidencia de meteorismo. Los Pacientes con signos de intolerancia a la lactosa deben reducir su ingesta de leche y productos lácteos. La función intestinal también puede alterarse por la ingestión de sorbitol, manitol, fructosa o combinaciones de sorbitol y fructosa. El sorbitol y el manitol son edulcorantes artificiales utilizados en alimentos dietéticos y como vehículos de fármacos, mientras que la fructosa es un constituyente común de frutas, granos y plantas. Los Pacientes con dolor abdominal posprandial pueden ensayar una dieta baja en grasa suplementada con un aumento de proteínas.

El aumento de fibra de la dieta puede ayudar a muchos Pacientes con SII, particularmente a los que tienen estreñimiento. Puede utilizarse un agente productor de masa blanda (p. ej., salvado natural, empezando por 15 ml [una cucharada] con cada comida, suplementado con un aumentode la ingesta líquida). Otra posibilidad es el uso de mucílago hidrófilo de psilio con dos vasos de agua, que tiende a estabilizar el contenido acuoso del intestino y proporciona volumen. Estos agentes ayudan a retener agua en el intestino y evitan el estreñimiento. También pueden reducir el tiempo de tránsito cólico y actuar como amortiguadores para prevenir el espasmo de las paredes intestinales chocando entre sí. La fibra añadida en pequeñas cantidades también puede ayudar a reducir la diarrea inducida por el SII al absorber agua y solidificar las heces. El uso excesivo de fibra puede, por otra parte, conducir a meteorismo y diarrea. Por consiguiente, las dosis de fibra tienen que ser ajustadas a las necesidades de cada Paciente concreto.

Los fármacos anticolinérgicos (antiespasmódicos) (p. ej., hiosciamina, 0,125 mg 30 a 60 min antes de las comidas) pueden utilizarse en combinación con los agentes de fibra. No se recomienda el uso de narcóticos, hipnóticos sedantes y otros fármacos que produzcan dependencia. En los Pacientes con diarrea puede administrarse difenoxilato, 2,5 a 5 mg (1 o 2 tabletas), o loperamida, 2 a 4 mg (1 o 2 cápsulas), antes de las comidas. No se recomienda el uso crónico deantidiarreicos, porque puede presentarse tolerancia al efecto antidiarreico. Los antidepresivos (p.ej., desipramina, imipramina y amitriptilina, 50 a 150 mg diarios) pueden ayudar a muchos Pacientes con uno u otro tipo de SII. Además del estreñimiento y la diarrea, el dolor abdominal y el meteorismo se alivian con los antidepresivos. Estos fármacos pueden también reducir el dolor, regulando a la baja la actividad de las vías aferentes a la médula espinal y a la corteza que llegan desde el intestino. Finalmente, ciertos aceites animales (carminativos) pueden relajar el músculo liso y aliviar el dolor causado por los espasmos en algunos Pacientes. El aceite de pipermint es el agente de esta clase más comúnmente utilizado.

GASES

(Eructos; flatulencia)

Fisiología

Existe gas en el intestino como consecuencia del aire deglutido, de la producción en la luz intestinal o de la difusión desde la sangre hacia la luz.

Normalmente el aire es deglutido en cantidades pequeñas al comer y beber (aerofagia), pero algunas personas degluten aire repetidas veces de forma inconsciente al comer y en otros momentos, especialmente si tienen ansiedad. La mayor parte del aire deglutido se eructa a continuación; sólo pasa una pequeña cantidad hacia el intestino delgado. La cantidad de aire que pasa parece estar influida por la postura. El esófago se vacía hacia la cara posterosuperior del estómago. En posición erecta, el aire asciende sobre el contenido líquido del estómago, entra en contacto con la unión gastroesofágica y se eructa con facilidad. En una persona en decúbito supino, el aire atrapado debajo del líquido estomacal tiende a ser impulsado hacia el duodeno. La salivación excesiva puede también aumentar la aerofagia y puede asociarse con diversos trastornos GI (enfermedad por reflujo gastroesofágico), dentaduras mal ajustadas, ciertos medicamentos o náuseas de cualquier causa. El eructo puede asociarse con el uso de antiácidos. Al atribuir el alivio de los síntomas ulcerosos al eructo en lugar de a los antiácidos, la persona continuará eructando para aliviar la molestia.

El gas se produce en la luz intestinal por varios mecanismos. El metabolismo bacteriano origina volúmenes importantes de hidrógeno (H2), metano (CH4) y CO2. Casi todo el H2 es producido en el colon por el metabolismo bacteriano de los materiales fermentables ingeridos (hidratos decarbono, aminoácidos) y, por tanto, es insignificante tras un ayuno prolongado o después de que una comida se haya absorbido totalmente en el intestino delgado. Factores menos conocidos (p.ej., diferencias en la flora y en la motilidad del colon) pueden explicar también las variaciones en la producción de gas. Las personas normales absorben de manera incompleta los hidratos de carbono de ciertos alimentos corrientes. Los hidratos de carbono normalmente indigeribles de las frutas y verduras (p. ej., fibra, rafinosa) pueden causar también un exceso de gas.

El H2 se produce en grandes cantidades tras la ingestión de ciertas frutas y verduras que contienen hidratos de carbono indigeribles (p. ej., habas cocinadas) y en Pacientes con síndromes de malabsorción. En los Pacientes con deficiencia de disacaridasas (con gran frecuencia deficiencia delactasa) pasan hacia el colon grandes cantidades de disacáridos y son fermentados a H2 (v. Intolerancia a los hidratos de carbono, cap. 30). En casos de exceso de gas en el colon deben tenerse en cuenta la enfermedad celíaca, el esprue tropical, la insuficiencia pancreática y otras causas de malabsorción de hidratos de carbono.

El CH4 es producido por el metabolismo bacteriano de sustancias endógenas en el colon; la tasa de producción se ve influida mínimamente por la ingesta de alimentos. Algunas personas excretan de manera regular grandes cantidades de CH4; otras, poco o nada. La tendencia a producir cantidades grandes es de origen familiar, aparece durante la lactancia y persiste toda la vida.

El CO2 puede producirse también en el metabolismo bacteriano, pero una fuente más importante es la reacción de los iones HCO3 y H2, en la cual se liberan 22,4 ml de CO2 por cada mEq de HCO3. Los iones de H2 pueden ser de origen endógeno a partir del ácido clorhídrico o exógeno a partir de los ácidos grasos liberados durante la digestión de las grasas, representando estos últimos varios centenares de miliequivalentes de iones H2. Teóricamente pueden liberarse hasta 4litros de CO2 hacia el duodeno tras la digestión de una comida. Los productos ácidos liberados por la fermentación bacteriana de los hidratos de carbono no absorbidos en el colon pueden reaccionar también con HCO3 para producir CO2. Aunque a veces se produce meteorismo, la rápida difusión del CO2 hacia la sangre evita una distensión que sería intolerable.

El gas difunde entre la luz intestinal y la sangre en una dirección que depende de la diferencia de presión parcial. La producción de H2, CO2 y CH4 puede reducir la presión de N en la luz a un valor muy inferior al de la sangre, lo que puede explicar gran parte del N en la luz intestinal.

El gas es eliminado mediante los eructos, la difusión desde la luz intestinal hacia la sangre eliminándose finalmente en los pulmones, el catabolismo bacteriano y la evacuación por el ano (flatulencia, ventosidad).

Síntomas, signos y diagnóstico

Se cree con frecuencia que el exceso de gas intestinal causa dolor abdominal, meteorismo, distensión, eructos o flatulencias excesivamente voluminosas o nocivas. Sin embargo, el gas excesivo no se ha asociado a esas molestias; es probable que muchos síntomas sean atribuidos incorrectamente a «demasiado gas». En la mayoría de las personas normales es posible infundir 1 l/h de gas en el intestino con un mínimo de síntomas, mientras que personas con síntomas relacionados con el gas no suelen tolerar cantidades más pequeñas. Análogamente, la distensión cólica retrógrada con el inflado de un balón o durante la colonoscopia suele despertar una grave molestia en Pacientes con SII, pero síntomas mínimos en otros. Así pues, la anomalía básica en las personas con problemas relacionados con el gas puede ser un intestino hipersensible. La alteración de la motilidad puede contribuir aún más a los síntomas; el gas puede ser el agente provocador o no tener papel alguno en la patogenia.

Los eructos repetidos indican aerofagia. Algunas personas con este problema pueden producir fácilmente una serie de eructos a petición. Cuando se sospecha la presencia de aerofagia debe intentarse educar y modificar la conducta del Paciente más bien que emprender una evaluación médica amplia y un tratamiento farmacológico.

En el síndrome de la flexura esplénica, el aire deglutido queda atrapado en la flexura esplénica y puede causar distensión abdominal difusa. Pueden producirse plenitud y presión en el cuadrante superior izquierdo, que se irradian al lado izquierdo del tórax. Existe un aumento de timpanismo en la cara lateral izquierda extrema de la parte superior del abdomen. El alivio se produce con la defecación o la evacuación de la flatulencia.

El cólico del lactante es un síndrome causado presumiblemente por dolor abdominal espasmódico. Los lactantes con cólicos parecen evacuar una cantidad excesiva de gas. Sin embargo, los estudios no muestran aumento alguno de la producción de H2 o aumento del tiempo de tránsito boca-ciego en estos niños. Por ello sigue sin aclararse la causa de este síndrome.

Cuando existe flatulencia, la cantidad y la frecuencia de la evacuación de gas presentan una gran variabilidad. Como ocurre con la frecuencia de las deposiciones, las personas que se quejan de flatulencia suelen tener una idea errónea de lo que es normal. En un estudio de ocho varones normales de edades entre 25 y 35 años, el número medio de evacuaciones de gas era de 13 ± 4/d, con un límite superior de 21/d, lo que coincide con muchas personas que se quejan de exceso de flatulencia. Por ello, el primer paso para evaluar una molestia de flatulencia excesiva debe ser objetivar el registro de la frecuencia de las evacuaciones (utilizando un diario llevado por el Paciente).

A pesar de la naturaleza inflamable del H2 y el CH4 en la flatulencia, trabajar cerca de las llamas no es peligroso. Se sabe de niños que han convertido en un juego expeler el gas sobre una cerilla encendida. Sin embargo, se ha descrito la explosión del gas, excepcionalmente con resultado mortal, durante la cirugía del yeyuno o el colon, e incluso al emplear diatermia durante procedimientos endoscópicos en Pacientes que lo habían evacuado insuficientemente.

Dado que los síntomas de gas excesivo son inespecíficos y normalmente se superponen con los del SII (v. antes) y los de alguna enfermedad orgánica, es esencial una historia detallada para orientar la amplitud de una evaluación médica. No es probable que los síntomas de larga duración, en una persona joven que por lo demás se encuentra bien y no ha perdido peso, estén causados por una enfermedad orgánica grave. Las personas mayores, especialmente al comienzo de los nuevos síntomas, exigen una exploración más minuciosa antes de tratar el exceso de gas, real o imaginado. No es infrecuente que los Pacientes con trastornos de la alimentación (anorexia nerviosa, bulimia) tengan percepciones erróneas y estén particularmente estresados por síntomas como flatulencia y eructos. Los clínicos deben explorar la posible presencia de un trastorno de la alimentación en los Pacientes con esos síntomas, particularmente en las mujeres jóvenes.

Tratamiento

El eructo, el meteorismo y la distensión son difíciles de aliviar, porque la mayoría de las molestias son causadas por la aerofagia inconsciente o por la sensibilidad exagerada a cantidades normales de gas. Hay que intentar la disminución de la aerofagia. Ésta puede estar causada por salivación excesiva, por lo que el Paciente debe evitar hábitos como masticar chicle o fumar. Deben tratarse las enfermedades del tracto GI superior (p.ej., úlcera péptica) que puedan causar hipersalivación refleja y trastornos que originan náuseas y salivación refleja. Las bebidas carbonatadas o los antiácidos deben suprimirse si se asocian con eructos. Deben evitarse los alimentos que contienen hidratos de carbono no absorbibles. Los productos lácteos deben excluirse de la dieta de los Pacientes con intolerancia a la lactosa.

Se debe explicar y demostrar al Paciente el mecanismo del eructo repetido. Cuando la aerofagia constituye un problema, el tratamiento de biorretroacción y relajación puede reeducar a los Pacientes para que deglutan y mastiquen con más eficacia y rompan el círculo de aerofagia-molestias-eructo-alivio.

Existen pocos estudios bien controlados que hayan demostrado un beneficio claro por emplear algún fármaco. La simeticona, un agente que disgrega las pequeñas burbujas de gas, ha sido incorporada a varios preparados, y también se han utilizado diversos fármacos anticolinérgicos, todos ellos con resultados variables. Algunas personas con dispepsia y sensación de plenitud pospandrial abdominal alta han tenido efectos beneficiosos con los antiácidos. La cisaprida (10 a 20 mg 30min antes de las comidas) (Precaución: Existe riesgo de graves interacciones farmacológicas) puede facilitar el vaciamiento gástrico y aumentar la presión en el esfínter esofágico inferior. Las molestias por flatulencia excesiva se tratan con medidas similares que intentan minimizar el volumen de gas intestinal. Puede añadirse a la dieta material celulósico (p. ej., salvado, semillas de psilio) para intentar un aumento del tránsito en el colon; sin embargo, en algunos Pacientes puede producirse un empeoramiento de los síntomas. El carbón activado puede ayudar a veces a reducir la cantidad de gas y el olor desagradable creado por el sulfuro de hidrógeno producido en el intestino. Sin embargo, su tendencia a teñir la ropa y la mucosa bucal hace desagradable su empleo.

En general, el meteorismo funcional, la distensión y la flatulencia muestran un curso intermitente y crónico que sólo se alivia en parte con el tratamiento. Es importante tranquilizar al Paciente en el sentido de que esos problemas no son perjudiciales para la salud.